El mundo empresarial tiene la reputación de ser regido por la competitividad y la supervivencia del más apto. En esta nota conocerás otro paradigma que se enfoca en la importancia de los valores humanos y la felicidad en el trabajo. Parece un planteo ingenuo o utópico, pero los especialistas han estado desarrollando estas nuevas prácticas alrededor del mundo y llegaron a la conclusión de que las empresas felices son más productivas.
“El trabajo es trabajo”, “hay que pagar derecho de piso”, son algunas de las frases utilizadas cotidianamente para justificar el hecho de que en el trabajo hay que tolerar ciertas situaciones o tratos que incomodan a la mayoría de las personas. Nuestra sociedad ha construido esta idea de que existe una barrera entre la vida personal y la laboral, nos hemos convencido de que son mundos diferentes, que funcionan con reglas diferentes. Con la llegada del siglo 21, esta idea ha comenzado a desmoronarse.
Tal vez el paradigma ha comenzado a transformarse tras la incorporación de los Millennials, la nueva generación de trabajadores en el mercado laboral. Pero este cambio también puede verse relacionado con una sensación generalizada de que las cosas pueden y deberían hacerse de una mejor manera. Muchas personas comienzan a poner sus propias necesidades y bienestar por encima del beneficio organizacional. Lo interesante es que no lo hacen porque sean egoístas o individualistas, sino porque se dieron cuenta que están sacrificando mucho por una organización que no les retribuye como quisieran o como ellos sienten que se merecen. ¿Alguna vez te sucedió?
El estrés que el trabajo genera en las personas ha llegado a ser naturalizado de tal manera que dejamos de dar importancia a las molestias físicas, psicológicas y emocionales que éste genera en nuestra vida cotidiana. En la vida de las personas, el trabajo ocupa un lugar fundamental. Algunos estudios que sostienen que el promedio de las personas pasa el 70% del tiempo en actividades relacionadas al trabajo. Pero si nuestro trabajo no nos gusta o no nos hace sentir bien, entonces difícilmente tengamos una vida plena.
Las empresas han comenzado a identificar esta situación, y como resultado han creado áreas cuyo fin es enfocarse en mejorar el bienestar y la motivación de los trabajadores. Las mismas se desprenden de las oficinas de RRHH y muchas veces se denominan “Departamentos de Felicidad”. En lugares como Estados Unidos y Europa esta tendencia se desarrolla desde principio de este Siglo. En Latinoamérica, Chile ha sido uno de los primeros países en implementarlo y en nuestro país Daniel Cerezo fue probablemente el primer Gerente de Felicidad que se dio a conocer. Se desempeñó en este cargo en la empresa de confección de alpargatas Paez.
El objetivo que se persigue en la gerencia de la felicidad es mejorar la calidad de vida de los trabajadores, pero no trata de hacerlo con premios económicos, sino con intervenciones que apelan a la esfera más esencial del ser humano. En este sentido, la concepción de las personas implica considerarlas en primera instancia como tales, y no como un simple recurso empresarial. Todos tenemos familia, sentimientos y necesidades, que conllevan altibajos a lo largo de la vida. Los líderes empresariales deben estar convencidos de que el valor principal en una organización son las personas. Y para mantener este valor, es fundamental ocuparse de garantizar un clima organizacional agradable.
Algunas de las intervenciones que los Gerentes de la Felicidad implementan son:
- Presentación de los superiores como figuras accesibles para todos, colegas que sólo se diferencian por tener distintas responsabilidades;
- Capacitación constante para fomentar las habilidades blandas como: liderazgo, inteligencia emocional, habilidades sociales, etc.;
- Apertura de canales de comunicación fluida y efectiva para que todos puedan ser escuchados e informados adecuadamente;
- Creación de programas de respeto mutuo, gestión del estrés y motivación; y
- Fomentar la flexibilidad horaria y la conciliación de la vida personal con la laboral.
Los beneficios que trae esta gestión son evidentes, comenzando por el hecho de que la rotación de personal y las licencias por enfermedad disminuyen notablemente, las personas se sienten parte de la organización y disfrutan de su trabajo. Además, entienden el sentido que sus actividades tienen en el objetivo organizacional y tienden a desarrollar una mayor habilidad de trabajo colaborativo.
Está claro que la felicidad y motivación de las personas en el lugar de trabajo no dependen de beneficios económicos, sino de una cultura organizacional que promueva la creación de vínculos saludables y confianza entre las personas que la conforman. Después de todo, lo que uno busca en el trabajo es sentirse bien, en un espacio donde se valora a las personas. Son esos detalles de las relaciones humanas los que hacen que nos quedemos en un lugar y demos lo mejor de nosotros para una causa común.
¡Ser feliz en el trabajo es impagable!
¿Qué te pareció esta nota? Dejanos tu comentario!